Asustada, Sus pupilas se dilatan Y su cuello se estira. Cada paso que doy En su mente se refleja Con atención perfecta. Con un suave aleteo Asciende a los cielos Libre de ataduras. Desde su nirvana Estira sus alas, ¿Quién puede alcanzarla?
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De nuevo arrastrado bruscamente Hacia ese vendaval de emociones Que te cautivan y seducen. Embriagado por una dulce fragancia Pierdo mi centro vital Y me envuelve ese remolino rosa. De mi corazón brota La más pura ternura Que todo lo baña. ¡Ya no me reconozco! Poco a poco me pierdo En ese sentimiento absorbente. Hasta que por fin El temporal amaina Y de nuevo hay paz. Todo llega a su término Y me reencuentro Con mi intimidad. Un día más observando
Esos últimos rayos de sol Desde el acantilado. El barquero fluye Con el agua, sin esfuerzo. ¡La otra orilla ya no está lejos! Al otro lado aguardan Flores de cerezo Que nunca se marchitan. Dotado de más y más sensibilidad,
Los colores y formas se acentúan, Los sonidos ganan riqueza, Y los olores y sabores Alcanzan nuevos picos. Lejos de suponer un obstáculo, Un profundizar en la realidad Y en el mismo ser. Finalmente es medianoche,
Y la calma se asoma en forma de luna. La urraca descansa En su recóndito nido, Y también la rana, Se cansó de croar. Ni la más mínima vibración Resuena en mi interior. La oscuridad es completa, En este silencio del alma. La fría nieve descansa
Sobre los últimos brotes verdes Que, obstinados, Persisten ante la intemperie. Un tímido arcoíris Se asoma por la ladera escarpada Y trae aires de cambio. De pronto el viejo arce revive, La pradera florece, Y fragancias silvestres penetran Los rincones más oscuros. Igual que chimpancé,
De árbol en árbol, Voy saltando De deseo en deseo, Y jamás estoy satisfecho. ¿Qué es más importante en la vida, cumplir un millión de deseos, o conquistar uno solo? El canto de la chicharra
Permea la noche De olor a tierra seca. Una brisa cálida Respira el pelaje gatuno Con sus suaves caricias. Brillo con la luz De una inesperada luciérnaga Y sus destellos flotantes. De pronto un gran silencio... I. Perdido Un monstro familiar me acecha Oculto en la sombra. Mil miedos me generan Incontables ansiedades. Frenético, voy dando tumbos, Esclavo de deseos y pasiones. Todo parecen tener claro su rumbo, Únicamente yo estoy perdido. II. Búsqueda Mi intuición me dice Que hay algo más. Entre mil libros busco, Pero no encuentro. Ecos de maestros ancestrales, Resuenan en mi mente. Agotado, Miro hacia el interior. El tigre que me acecha Ya no anda lejos… III. Vislumbres Sentando en silencio, Veo la luna reflejada En un charco de agua. El tigre feroz ante mí, Ya no es un extraño, Y me preparo para la batalla. IV. Confrontación Este gato salvaje Es imposible de atrapar Y parece incansable. Como una montaña, Me quedo inmóvil, Y le miro a los ojos. Plenamente atento, Voy escalando hasta lo más alto, Y penetrando en lo más hondo. V. Tempestad Respiro, Solamente respiro. Una y otra vez, Mil pensamientos me azotan Como nubes de un temporal sin fin. Solo cara la pared, Aguardo pacientemente A que la tempestad amaine. VI. Descanso Este pequeño gatito, Se ha vuelto dócil como ninguno. Enroscado sobre mi panza, Duerme plácidamente Hasta que yo le despierto. Estirado sobre mi hamaca, Ya nada perturba mi sueño. VII. Sin huellas Miro hacía atrás, Ni rastro del tigre que me acechaba. Tampoco veo sus huellas. Como una ilusión, Todo parece haberse esfumado. En este vasto desierto, Ya no hay lugar a confrontaciones. VIII. Vacío Sin tigre, sin preocupaciones, Sin yo, sin los demás, Sin interior, sin exterior, Sin despertar, sin camino hacia el despertar, Sin universo, sin vacío, ¡Nada! … y no obstante algo. IX. Espejo Donde quiera que mire, Todo brilla intensamente En este espejo impoluto. Una piedra o una joya, No hay diferencia, ¡Todo es perfecto! Y en toda la existencia, YO soy lo más sagrado. En este éxtasis, ¿Quién podría hablar? X. Deambulando Consciente de cada paso
Deambulo por el mundo, Solo, y sin ningún propósito. Por fin recuperé mi inocencia, Y estoy en casa. Sin hacer divisiones, No discrimino entre el bien y el mal. Creando su propio devenir, Mil aflicciones atormentan Aquellos que me rodean. Nadie conoce mi secreto, Tampoco puedo expresarlo en palabras. |
Autor
Carlos Tavares Calafate es profesor de la Universidad Politécnica de Valencia, practicante de meditación Zen, y amante de la poesía, pintura y caligrafía Zen. Archivos
Febrero 2022
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